martes, 18 de septiembre de 2007

Henry Michaux - Vida de perro - 1927



Siempre me acuesto muy temprano,
extenuado, y sin embargo
no se advierte ningun trabajo cansador
en mi jornada.


Es posible que no se advierta nada.
En cuanto a mi, lo que me sorprende
es que pueda resistir hasta la noche,
y que no me vea obligado
a ir a acostarme
ya a las cuatro de la tarde.



Lo que me cansa de tal modo son mis
intervensiones continuas.
Ya dije que en la calle me peleaba con todo el mundo;


le pego a uno, les toco los senos a las mujeres,
y sirviendome de mi pie como tentaculo,


infundo el panico
en los vagones del subterraneo.



En cuanto a los libros, me agotan por encima de todo.
No dejo una palabra con su sentido,
ni siquiera con su forma.


La capturo y, tras algunos esfuerzos,
la desarraigo y la aparto definitivamente del rebaño del autor.


En un capitulo se tienen en seguida miles de frases
y es preciso que las sabotee a todas.
Me resulta necesario.


A veces, algunas palabras permanecen como torres.
Tengo que recomenzar en varias ocasiones y,
ya muy adelantadas mis devastaciones,
de pronto en el desvio de una idea,
vuelvo a ver la torre.
Por lo tanto no la habia
demolido lo suficiente,
debo volver atras y darle su merecido,
y paso asi un tiempo interminable.



Y una vez leido el libro completo,
me lamento,
porque no comprendi nada... naturalmente.
No pude nutrirme de nada.
Sigo siendo magro y seco.


Pensaba,¿no es cierto, que cuando lo hubiese
destruido todo, obtendria el quilibrio.
Posiblemente. Pero eso demora, demora mucho.








Henry Michaux - Vida de perro - 1927

No hay comentarios: